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Una casa colapsó y dos más están al borde de abismo en Cuenca

El miedo se apoderó del sector Quinta Chica, norte de Cuenca, el jueves por la noche, luego de que se deslizara parte de la colina donde varias familias construyeron sus casas, una de las cuales se desplomó.

Horas después, en otro sector de la capital azuaya, fue rescatado el cuerpo de Roberto Aguilar Jiménez, quien cayó a las aguas del río Tomebamba y fue arrastrado hasta llegar al Paute, donde ayer se lo halló en las cercanías del cantón Guachapala.
Veinte días de angustia vivió María Jiménez, de 61 años, por la desaparición de su hijo Roberto Aguilar, quien cayó al Tomebamba el pasado 8 de enero a las 14:20. Y aunque aún no se aclaran las causas del suceso, el hombre deja en la orfandad a dos niños, de 1 y 3 años.

Estas son otras de las consecuencias del fuerte invierno que afecta a varias zonas del país y que, según cifras de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR), cobra ya la vida de trece personas.

En el sector Quinta Chica, donde colapsó una casa, otras dos quedaron al borde del abismo y 12 más están cerca de esa zona de riesgo. Allí, dos familias se resistían a dejar sus viviendas por temor a que se roben sus pertenencias, aun sabiendo de la posibilidad de que haya más deslizamientos.

“Es responsabilidad de la Secretaría de Riesgos (SNGR) disponer la evacuación y coordinar con el Ministerio de Inclusión Social y Económica el lugar donde se instalarán y permanecerán lo afectados mientras dure la emergencia”, dijo Arturo Bonilla, teniente del Cuerpo de Bomberos encargado del rescate. Pero pasaron dos horas y no llegaba ningún representante de la SNGR.

“A dónde he de ir, si no tengo familiares cercanos que me den guarida y me lleven a un lugar seguro. Qué pasará con mis gallinitas y chanchito, quién les dará de comer”, lamentó Luz Cabrera. Su casa quedó al borde del abismo y su hijo Walter Sucozhañay, de 23 años, no podía contener las lágrimas al darse cuenta del riesgo para sus vidas si se quedaban en el lugar.

Mientras, en Loja los problemas por las fuertes lluvias se evidencian ya en Amaluza, cabecera cantonal de Espíndola y donde alrededor de 20 comunidades se han visto afectadas por el corte de la vía principal que los comunica con el resto del país.

Los productos de primera necesidad han empezado a escasear. El gas no llega hasta la ciudad, por lo que muchas familias ahora deben cocinar con leña.

“La producción se va a perder por el exceso de lluvias, y luego nuestros agricultores y campesinos no van a tener productos ni para vender ni para consumir. A ello se suma que tenemos catorce viviendas en peligro en el sector rural”, dijo. Por ello espera, junto a otros alcaldes, la declaratoria de emergencia para la provincia.

En Carchi, las intensas lluvias de los últimos días han provocado más de un deslave de montañas que han afectado el paso vehicular en carreteras y amenazan con destruir algunas viviendas, como pasa en la comunidad Puerramal, de la parroquia El Chical.

En Puerramal las lluvias han afectado a siete u ocho familias, explicó el presidente de la Junta Parroquial, Emilio Orbe, quien añadió que existe la necesidad de reubicar al pueblo, que lo integran 33 familias.

Asimismo se informó que los derrumbes son permanentes a lo largo de la vía que desde Tulcán conduce hacia las parroquias del noroccidente (Maldonado y El Chical). Por otra parte, el jueves pasado estalló una tubería, causando inundación.

Mientras en Quinindé (Esmeraldas), se han registrado nuevas inundaciones en los barrios 3 de Marzo y Patria Nueva, del recinto Cupa. Esto ha dejado pérdidas en varias familias, que solicitaron ayuda a las autoridades. También se reportó la inundación de una vivienda de propiedad de Lidia Preciado, en el barrio Valle Alto de Quinindé.

Mientras, maquinaria pesada de este Municipio logró retirar los escombros del puente que sucumbió por la creciente del río Chipo, lo que permitió evitar nuevos desbordamientos.

En Babahoyo, en cambio, se han presentado leves lluvias últimamente, esto hizo que el caudal de los ríos bajen y las aguas de barrios y ciudadelas urbanos marginales queden empozadas. En los sitios inundados el agua rodea las casas y los moradores deben usar canoas o balsas para salir a la vía principal.

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